Regresa a casa “Alpha Helix”
0Periodico El Vigia|12 de Agosto

Redacción/EL VIGÍA

Ensenada, B. C.

Luego de 126 días y casi 15 mil millas de navegación, realizar tres cruceros en el Golfo de México, rescatar un anclaje extraviado cerca de Cuba y cruzar el Canal de Panamá de ida y vuelta, el “Buque Oceanográfico Alpha Helix”, propiedad del Cicese, completó la travesía más larga de su historia y atracó hoy, sin incidentes, en el puerto de Ensenada.

La llegada del barco al muelle 240 ocurrió temprano. A bordo, la tripulación realizaba las últimas faenas antes de un más que merecido descanso. El capitán, Pedro Núñez Cota, recibía las inspecciones de rutina por parte de las autoridades portuarias y militares. Todo en orden.

Para él esta experiencia es parte del trabajo. “Es la misma rutina. Lo único que cambió fue el área de trabajo”, comenta un poco ajeno al ajetreo que se tiene en cubierta. ¿Diferencias entre el Pacífico y el Golfo de México? “Nomás es el área de trabajo, que estás más retirado de la familia y en lugares que no conoces. Tienes que tener un poco más de precaución, pero básicamente es lo mismo que hacemos”.

Costos menores

El “Buque Oceanográfico Alpha Helix” tiene desde 2015 su base de operaciones en Ensenada, por lo que sus rutinas se habían restringido a las regiones del Pacífico mexicano y Golfo de California, el igual que su predecesor, el “Francisco de Ulloa”. Por su tamaño (40 metros de eslora) realiza operaciones oceanográficas de rango medio; esto es, que no es tan grande como los dos barcos oceanográficos de la UNAM (“El Puma” y el “Justo Sierra”).

Esto se convirtió en una ventaja, pues sus menores costos de operación fueron clave para que el Consorcio de Investigación del Golfo de México (Cigom), que tradicionalmente usa el “Justo Sierra” para sus cruceros allá, solicitara mejor los servicios del “Alpha Helix”, pues aún considerando los tiempos de traslado a esas aguas (42 días de navegación) y el cruce del Canal de Panamá (200 mil pesos por cruce), resultó más económico.

La experiencia en general fue muy exitosa. A pesar de que hubo más exigencias en los tres cruceros que realizó para el Cigom, todo se pudo hacer. “Sólo una actividad no pudimos realizar: el arrastre de una red camaronera, por no contar con el winche apropiado. Pero lo oceanográfico todo se realizó”, comentó el capitán Núñez refiriéndose a lances de nucleadores a diferentes profundidades, arrastres de instrumentos y redes, lances de equipos diversos con sensores y botellas para toma de muestras de agua, entre varias otras actividades.

Sobre estas nuevas exigencias, lo explica así: “Crecen las instituciones, crecen las necesidades, los proyectos se hacen cada vez más grandes, las tecnologías avanzan. Tenemos cable de acero y ahora solicitan kevlar y mayores resistencias. ¿Por qué? Es que todo mejora, todo avanza. El kevlar es flotante, tiene mayor resistencia para arrastres de redes camarones. Nosotros no tenemos la infraestructura para eso; no tenemos el winche apropiado para esos trabajos”.

Sin embargo esto no fue impedimento para que pudieran hacer uno de los rescates más comentados en cuanto cruzaron al Atlántico: el de un anclaje oceanográfico del Cicese que sirve para medir corrientes en el Mar Caribe, y que se había extraviado al suroeste de Cuba con dos años de datos en sus unidades de memoria.

“En este barco no habíamos hecho una recuperación así, pero hemos trabajado con el grupo Canek (que ha trabajado por más de 20 años en esa región haciendo corrientometría profunda) y ya teníamos experiencia con las maniobras que ellos realizan en cubierta. A través de telefonía satelital nos daban la posición en que transmitía el anclaje, pero las condiciones eran muy adversas. Había lluvia el primer día de búsqueda y no lo encontrábamos porque no había visibilidad: menos de un cuarto de milla, oleaje muy alto, vientos muy fuertes. Muy difícil poderlo ver. Nos quedamos ahí y al día siguiente las condiciones fueron muy favorables. A mucha distancia se alcanzó a ver. Aparte, nos dieron la última posición que había transmitido el anclaje. Lo pudimos detectar fácilmente y su recuperación fue muy rápida”, comentó el capitán Pedro Núñez.

Travesía sin contratiempos

Otra opinión relevante sobre esta aventura de 126 días y 15 mil millas navegadas es la del ingeniero José Francisco Contreras González, el jefe de máquinas del “Alpha Helix”. “En el área de máquinas no tuvimos ningún problema: fue una travesía de cero problemas. El barco tiene una estabilidad muy buena, una condición excelente. Sus mantenimientos están a tiempo y se hacen en puerto para que no tengamos ningún problema en los cruceros porque en sí, navegando, no se pueden hacer reparaciones”.

Respecto a las mayores exigencias de los tripulantes científicos, consideró que esta demanda “hace que el barco otra vez vaya quedando chico, como el anterior, el ‘Francisco de Ulloa’. Ven más amplitud y piden que haga más, pero yo estoy limitado en cuestión de energía para poder responderles. Hay un proyecto y esperemos que se lleve a efecto: elevar el potencial de carga de los generadores. Con esto habría más seguridad, y también a la hora de hacer la captación de muestras que requieren los investigadores”.

Con 20 años de trabajar en el Cicese, el ingeniero Contreras puede comparar bien este buque con respecto al “Francisco de Ulloa”. “Este barco es mucho mejor que el otro, en cuestión habitacional, tiene mejor aire acondicionado con lo que puedes trabajar espléndidamente a pesar de las temperaturas de 45 grados que nos tocaron…”

- Pero 126 días son muchos días para estar fuera de casa…

“Mira, en mi caso, en el caso de quienes somos marinos, porque hay muchos que no son marinos, estamos acostumbrados a la convivencia en el mar. Se necesita tener mucho espíritu como marino para estar afuera de la casa, de nuestras familias. Nuestras familias nos comprenden y nosotros los comprendemos. Para la gente que no es de mar sí es pesado estar tanto tiempo fuera”.

A su llegada, una comitiva de autoridades del Cicese y del Conacyt los estaba esperando para darles la bienvenida. El director de este centro de investigación, Guido Marinone Moschetto, reconoció que para tomar la decisión de enviar el barco al Atlántico hubo muchas cuestiones qué considerar, “y dijimos: ¡vamos a intentarlo!” Reconoció la labor del capitán, de la tripulación y del personal en tierra, quienes hicieron posible la historia de estos 126 días con muchos logros y éxitos.